15 de noviembre de 2014

A destiempo

El corazón latía rápido. Los rostros de la gente no importaban demasiado, ni siquiera ir parada con la mochila a cuestas. Cuando uno tiene que regresar  a casa y lo espera un micro que en treinta minutos partirá hacia destino el tiempo cobra fuerza arrasadora.  Bajarse en una estación equivocada y sin dinero chileno para cargar la tarjeta me puso los pelos de punta. El guardia de seguridad expresó:  “Se confundieron de estación y deben pagar otro boleto” Mi rostro atónito. Explico la situación y luego de una sonrisa tímida nuestro guardia abre el molinete y nos indica bajar por el ascensor para tomar nuevamente el tren. ¿Ángel guardián?  Respiro sin perder la calma. 







Camino a paso acelerado, el asfalto caliente, el tráfico y los transeúntes alborotados me dejan sin aliento. Mis pensamientos divagan en donde dormir  en caso de perder el micro, tal vez haría Couchsurfing o regresaría al hostel, quien sabe. “Que no se vaya” repetía a cada paso. Mi madre murmuraba palabras desalentadoras y yo solo quería detener el tiempo. Restan quince minutos y aún debemos atravesar ocho cuadras. 

 La noche anterior celebramos mi cumpleaños en Makus Hostel rodeada de ciudadanos del mundo. Disfruté plenamente mis veintitrés años, bailando salsa colombiana y un poquito de ballenato.Traje conmigo billetes y monedas de países que alguna vez visitaré y que ahora permanecen en mi caja de tesoros. Confiaba en mi fuerza de voluntad para despertar temprano, no sucedió. Olvide programar la alarma y “pase de largo” . Aquí estoy, a dos cuadras y cinco minutos, en mi mente las veredas se vuelven cada vez más extensas. Visualizo la terminal, no sé por donde ingresar. Hay sectores para los micros de larga distancia y otros para los destinos al interior del país. Por un instante pienso que la terminal no es la correcta y en ese caso sería un problema. De repente encuentro un detalle que me recuerda al día en que llegamos, sí efectivamente era allí. Cruzamos una calle y vimos largas
 filas de micros que esperaban salir. Para mi sorpresa los pasajeros aún cargaban sus bolsos y cajas con yerba, electrodomésticos, etc . (algunas personas viajan de Mendoza a Santiago a comprar alimentos o electrodomésticos, suelen ser muy barato para los argentinos).

Con los ánimos sosegados, mi cuerpo reposaba en el asiento de la planta baja del micro. Terminamos esperando diez minutos la salida. Mi reflexión inmediata me llevo a responder una de las preguntas clásicas cuando decido emprender un viaje ¿por qué viajas a dedo? Mis razones:

Primero: Cuando viajas a dedo manejas tus tiempos. 
Segundo: Prácticas la paciencia y la confianza. 
Tercero: Si no te levanta nadie, disfrutas el paisaje sin apuros y si llega la noche armas tu carpa y ya. 
Cuarto: Es más económico 


En breve cruzaré la frontera Chile-Argentina, atravesando la cordillera de los Andes. Para mi cruzar fronteras (es la segunda vez, la primera fue Argentina-Uruguay) es un trámite burocrático, necesario pero no indispensable cuando hablamos de conocer otras culturas con sus tradiciones, idiomas y diversas formas de vivir y sentir. En mis cinco días en Santiago pude hacer amigos con los que espero reencontrarme pronto.




Actualmente preparo un viaje a la Patagonia Chilena en Enero, antes celebraré las fiestas de fin de año en Santiago y Valparaíso.


 ¡Nos reencontramos en otros relatos!


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